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Los triángulos, como formas geométricas, están por todas partes: en las torres de alta tensión, en las grúas, en algunos puentes, en las atracciones de feria, en las tiendas de campaña y, por supuesto, en algunos edificios a la vista de todos o escondidos bajo su cubierta. Son estructuras sencillas, muy habituales en el sector de la construcción, formadas por barras cuya rigidez se debe, precisamente, a su forma.

Por eso, el triángulo es la única figura geométrica que no se deforma cuando sufre un esfuerzo. Incluso, si uno tuviese que apoyar una mesa en una superficie despareja, sería mejor que tenga tres patas y no cuatro, por su equilibrio y adaptabilidad al terreno. Esto también explica la realidad de Juntos que se proyecta con la gobernadora Arabela, el senador Alberto y el intendente Pedro.

Así, podemos entender el avance de cada uno de ellos en diferentes territorios. Por ejemplo, qué pasa en Bariloche con el poder territorial de Genusso. Allí, la futura gobernadora le devolverá a su ciudad natal el papel protagónico en el ejecutivo provincial, después de tantos años y, a la vez, para el mal del intendente, reducirá el poder territorial de Genusso, sumándolo como uno más, con otro grado de importancia distinto a muchos, pero sólo eso.

¿Y en Cipolletti, con Claudio Di Tella? Allí, sin dudas, el futuro senador es el dueño del territorio y no se hable más: jugó, se la puso al hombro y derrotó al macrismo.

Respecto al próximo intendente de Viedma, es suyo el mérito y los lauros: es peronista confeso, kirchnerista por convicción, valorado, respetado por propios y extraños y, además, tiene la paciencia de saber jugar este juego.

Esas son las tres patas de la mesa que tiene equilibrio en cualquier terreno donde se la ubique. Ya que ellos, sólo ellos, pueden disputarse el poder. Lo saben bien, cada uno tiene su rol y debe atender a su juego. No hay otros que compitan. El radicalismo está en su peor momento y el peronismo puede caer al mismo precipicio, si así lo decide JSRN.

Es la segunda oportunidad que tiene Juntos de quedarse con el justicialismo rionegrino. Cuando lo intentó en el 2014, se frustró. Pero ahora es la revancha. Soria tiró la toalla en el ring como forma de parar el combate: era la única manera de salvar a su hermana de terminar noquiada en el cuarto round. Por supuesto que Alberto aceptó la tregua, al recibir el abrazo que le dio Soria en Roca. Pero les hace creer que son todos amigos sabiendo muy bien que, como decía el general, “al enemigo hay que seguirlo hasta la guarida y asegurarse de que este bien, pero bien…”

Los radicales, acobardados, ni se subieron al ring. Se entregaron antes del combate. Y lo peor es que ellos saben, que aquí no corre el dicho popular “soldado que huye sirve para otra guerra”. Ellos saben que, por ahora, ni siquiera pueden verse dando una batalla.

Sin dudas, no habrá más que tres en la mesa del poder. Y sólo llegará la hora de la disputa con un nuevo calendario electoral. Tal vez, alguno intente revalidar su trono como gobernador, o tal vez, se proyecte el osado peronista y primer aliado al gobierno nacional por ideología, por convicción y conducción partidaria.

Por el momento, sólo podemos afirmar que ellos sí saben jugar a este juego del poder, que aprendieron rápido, o quizá le sacaron la info a los radicales. En fin, saben cómo hacerlo y, si no se disputan el poder entre ellos mismos y si no le perdonan la vida al sorismo, no habrá otro signo político que sueñe con gobernar esta provincia. Por eso repetimos, la figura de poder de JSRN es un triángulo, y para el mal de muchos, el triángulo es virtuoso.