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En la década del ‘60, un auge de los movimientos musicales argentinos dio lugar a la creación de distintos festivales folklóricos en nuestro país. Como herencia de aquellos tiempos, todavía hoy podemos disfrutar de algunas de esas celebraciones que se convirtieron en fiestas populares y, en algunos casos, verdaderos emblemas de la tradición. A lo largo de los años, se fueron sumando otras fiestas en los pueblos y ciudades de todo el país que celebran la identidad de cada lugar y región.

Por cierto, en el suelo rionegrino, también contamos  con varias fiestas populares que se han ido resignificando con el paso del tiempo. Pensándolo bien, en sus inicios la mayoría fue un puente de creatividad que unía a los gobernantes con los vecinos de su ciudad. Sí, decimos “pensándolo bien”, querido lector, porque en la  actualidad, esa creatividad pareciera haberse transformado en una competencia sobre quién hace la mejor contratación de los artistas más importantes o populares del momento. Y como pueblo, lo pensemos o no, hemos aceptado pasivamente que el éxito de nuestras fiestas pasa por allí cuando hay mucho más para considerar.

Si hacemos una búsqueda en internet sobre las veinte fiestas populares más importantes de Argentina, nos encontramos que se mencionan dos fiestas rionegrinas: la Fiesta Nacional de la Manzana y la Fiesta Nacional del Lúpulo. Una en General Roca y la otra en El Bolsón.  Y, como “para muestra sólo basta un botón”,  es aquí donde nos vamos a detener a pensar cómo la política se aleja de los recintos solemnes para dejarse ver de fiesta en fiesta. Además, este es el momento ideal para repasar el tema ya que, por una parte, la mayoría de las celebraciones transcurren en época estival y, por otra, en este nuevo ciclo de gobierno, las fiestas populares se transforman en un hecho político casi por naturaleza, en el paladín más destacable en los primeros días de gestión de cada intendencia.

Con la Fiesta Nacional de la Manzana, podemos comprobar cómo dejó de ser esa fiesta que jerarquizó la gestión del gringo Soria ya que su imponencia generaba asombro y daba envidia a otras ciudades. Por supuesto, Martín Soria hizo el intento: continuó esa tradición e impulsó el crecimiento de la misma durante ocho años. Pero con el paso del tiempo no le pudo inyectar nada de inventiva, nada de lo nuevo que podría hacer que perdure esa expectativa que su padre bien supo generar.

En su debut como intendenta, María Emilia Soria erró el intento de innovar la Fiesta. Y ya carga en su historia con algunas frases de referencia: además de bailar cumbia en videos virales, es la que compartió la fiesta de Roca con el gobierno provincial, pensando que después de 16 años se había afianzado como un patrimonio propio de esa ciudad. Para ella, la receta es correcta y nada le queda por innovar, o tal vez sí. La deuda pendiente es traer a su escenario a Marco Antonio Solís (pero si Abel Pintos fue un escándalo en pesos por lo de Chilecito, imagínense el tremendo presupuesto en verdes que se necesitaría para traerlo a Solis… el riesgo es grande). En fin, si lo analizamos desde este punto de vista, la política y el poder local de General Roca arrancó perdiendo. Sólo avanzó y ganó la gobernadora. Aunque la felicidad no es completa y en la fiesta de la comarca andina, perdió. Siempre es así: una de cal y una de arena.

En la Fiesta Nacional del Lúpulo también se continúan las antiguas recetas: como otros años, sin predio fijo ni escenario, en esta nueva edición, se tendrá el gran bingo tradicional que sortea un 0Km y premios en dinero. No estamos hablando de nada nuevo. O de algo que nunca se haya realizado en otro gobierno. Tampoco este es el año más superador en cuanto a premios o artistas. Sin embargo, con la filosofía de cambiarle el collar al perro aunque sea el mismo animal, el intendente Bruno Pogliano planteó: “recuperamos la Fiesta del Lúpulo”, copiando lo dicho por el gringo en Roca. Cabe aclarar que Soria lo dijo porque, en esos años, se había pensado que la Fiesta de la Manzana se haga en Cipoletti. Y, cuando accedió a la intendencia de General Roca, no sólo la realizó en su ciudad sino que la jerarquizó. Claro, esto sólo demuestra que Pogliano, a veces se ha sentido confundido al ir creando su propia identidad. Quizá, intenta emular las palabras del gringo, pero, la realidad es otra. Lo reconozca o no, en el gobierno de sus antecesores Romera y García, la Fiesta siempre se hizo con números nacionales y hasta internacionales de jerarquía. Y aunque este argumento no fuera suficiente, todavía hay otros con más peso: toda una sociedad se siente incómoda cuando habla de “recuperar la Fiesta del Lúpulo”, ya que no se puede recuperar lo que nunca se perdió ni estuvo en riesgo de perderse. Y ante ese comentario constante, por vergüenza ajena, la sociedad de El Bolsón mira para otro lado y murmura que eso es mentira. Aún más cuando, en la vecina localidad de Lago Puelo (Chubut), se vivió de cerca lo que significa perder una fiesta o pasar de ser nacional a ser una fiesta regional. Para colmo de males, la copia evidente a Soria viene desde antes de las elecciones a gobernador. Cuando ya usaba como slogan de gestión la frase “Municipio activo” (paráfrasis de “Municipio en Acción” del gringo) quizá para congraciarse con el entonces candidato a gobernador Martín Soria. Más claro imposible: este intendente está construyendo su identidad con aprendizajes propios y ajenos.

En fin, la Fiesta será el próximo fin de semana y, desde lo político, sólo podemos anticipar que dio mucho que hablar la confirmación de la presencia del ex gobernador Alberto. Esto recuerda que el intendente Pogliano, fue uno de los primeros en mostrarle su lealtad a Weretilnek (y no a la actual gobernadora). Él tomó su decisión y, no sólo que lo eligió a Alberto para hacer sus gestiones en Buenos Aires, sino que además lo publicó por medios provinciales. Tal vez, sea el puntapié para que otros tantos decidan lo mismo y elijan a su líder político. Aunque no deben olvidar que la gobernadora anota cada acción en su libreta.

Y para cerrar, te contamos que mientras Alberto hace política disfrutando la Fiesta, el senador Martín Doñate no para de armar y ubicar a su gente en todos los cargos nacionales que negocia dentro del territorio rionegrino. Claro, Martín Soria lo sabe y eso no le gusta. Quizá deba visitar cada fiesta popular como el senador Alberto, y al menos así, algo va a disfrutar.

Hasta aquí llegamos hoy. No importa si no hay nada nuevo bajo el sol. Más allá de los tejes y manejes. Las fiestas populares son parte de nuestra identidad y nuestro deseo es que las celebren todo lo que puedan (ya quedan muy pocas). Antes de que las vacaciones se terminen, llegue el 2 de marzo, empiecen las clases y, de nuevo, estemos de cara a la realidad.