Editorial de una editorial
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De fiesta en fiesta
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El ejercicio del periodismo es apasionante. Cada día nos llegan a nuestros lugares de trabajo, casillas de correo, redes sociales y otra vías; miles de noticias, despachos, informes y gacetillas de variados orígenes, encuadres e ideologías.

El periodista debe estar bien parado, y más aún el medio para el que trabaja, para que la decisión editorial de la jornada sea la correcta y conveniente a la saga informativa. Se debe chequear cada dato elegido, ponerlos en contexto, repasarlos. Vincularlos a otras tiras o series informativas que se vengan trabajando.

No es sencilla la tarea. Las fuentes confiables de información no son una sola; y las mejores – como ocurre en casi todos los órdenes de la vida – son difíciles de conseguir. Entonces, en el momento de seleccionar qué poner, o sobre qué escribir cada día, el periodista jamás está en piloto automático. Ya que no maneja una máquina de enlatar. Maneja información pública o que elige hacerla pública. Esa decisión profesional conlleva una responsabilidad enorme. No es un oficio para bufones o para tibios.

Así, de cara a redondear una columna semanal, el desafío de elegir es doble: o se opta por desarrollar un tema, o se abordan varios construyendo una trama que les da un sentido – en lo posible – coherente.

Por caso, durante la pasada semana, referentes rionegrinos del Frente de Todos se reunieron en la Capital Federal, con el ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo. Luego del encuentro, se anunció que se distribuirán en todo el territorio provincial unas 20 mil tarjetas AlimentAR (las del denominado Plan Argentina contra el Hambre), que implican montos algo superiores a los 100 millones de pesos. La Legisladora María Eugenia Martini, ofició de vocera luego del acto, e informó que los beneficios de la instrumentación del Plan alcanzarían a 34 mil niños menores de seis años; 700 hijos discapacitados; y casi 1.100 mujeres embarazadas. La implementación de esa política de emergencia, queda en términos potenciales, porque falta la rúbrica de los convenios reglamentarios por parte de las autoridades provinciales para con el gobierno nacional.

La gestión de Arabella Carreras por su parte, anunció que durante enero casi 350 mil turistas eligieron los destinos provinciales. Esto generó un movimiento económico que rondó los 5.500 millones de pesos – unos 2 mil millones más que el mismo mes de 2019 -, pero que en términos comparativos reales a causa del 54% de inflación heredado, significa una suba de alrededor del 35%. Interesante volumen de incremento teniendo en cuenta el “parate” generalizado que viven el país y la región. Cierto es también que el turismo es la industria sin chimeneas: salvo para el sector propietario (hoteleros, gastronómicos y grandes rentistas) para el resto de los pequeños comerciantes y trabajadores, el auge turístico implica un “alivio”. La actividad es de mano de obra intensiva, temporal – y salvo las dignas excepciones -, se trabaja en condiciones no-reglamentarias y alta tasa de evasión. Las ganancias gruesas por tanto, no quedan ni circulan en la población. Sólo se obtienen a partir de la coparticipación nacional – y a los premios en términos temporales -, de un porcentaje del IVA recaudado de las operaciones registradas. También algunos recursos de tasas locales o provinciales aplicadas a la actividad turística, pero no demasiado significativas. Entonces, así como ya nadie se salva con una buena cosecha, tampoco nadie se salva con una buena temporada.

En estos días y mientras tanto – y a casi dos meses de comenzada la gestión Carreras -, asumió el nuevo ministro de Economía provincial, Luis Vaisberg. Entre los anuncios de forma, la Gobernadora aseguró la “continuidad de las políticas estratégicas” (aunque no se sabe cuáles son). Por el lado del nuevo funcionario, según declaró, los compromisos fundamentales serían: “la modernización, innovación tecnológica, sistema de liquidación de Recursos Humanos y despapelización”. Tampoco se han brindado precisiones sobre qué aspectos o área se va a innovar, modernizar o despapelizar, ni con qué objetivos. En fin, eufemismos.

La actividad legislativa de la oposición también estuvo agitada en los últimos días. Se preparan las sesiones, los proyectos a impulsar, los debates y consensos que habrá que generar a partir de marzo de 2020. Marcelo Mango por ejemplo, anunció la presentación de un proyecto de Ley que buscará “la utilización de lenguaje inclusivo, no sexista y no binario en toda la documentación oficial de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial de la provincia”. El exministro de Educación y Derechos Humanos provincial impulsa así, una iniciativa para “un uso igualitario e inclusivo sobre la base de la igualdad de trato y oportunidades, desterrando todo vestigio del lenguaje sexista”.

El tema es muy importante. Como también lo fue el anuncio que realizó la Federación Rusa, sobre sus intenciones de financiar la construcción del ferrocarril Vaca Muerta – Bahía Blanca. Según lo poco que se ha conocido del proyecto, se obviarían las posibilidades logísticas actuales que la provincia posee – que no son muchas -, y se descartaría la traza hacia el Puerto del Este. En buen criollo, Río Negro está integrada al complejo Vaca Muerta porque para sacar la producción e ingresar los insumos necesitan pasar por territorio rionegrino. Nada más. No hay plan alternativo del Ejecutivo, ni reacción del Legislativo (el Poder Judicial es un mundo aparte que se analizará en otro momento). Río Negro vendría a ser la canaleta, el ducto del despojo.

Este punteo y repaso de varios temas mediáticos y que parecen inconexos, tiene como objetivo observar que ninguno de ellos atiende la clave del problema rionegrino: la dependencia política respecto de Buenos Aires, el subdesarrollo en términos económicos, la pérdida de su calidad institucional, la elementalidad del debate político dirigencial respecto del lugar estratégico que la provincia ocupa en el concierto nacional.

Entonces, ya ven, queridos lectores: todo eso evalúa un periodista a la hora de escribir la noticia del día o la columna de la semana. Se nos va la vida entre eufemismos y galletas conceptuales.

Les dejamos la última: el INVAP construiría el tercer satélite ARSAT. Un orgullo para la provincia. Sin embargo, no se está escuchando el dicho de las abuelas: “quién puede lo más, puede lo menos”.

Río Negro tiene en su seno, la cuna de producción de alta tecnología en su propio territorio, pero que lamentablemente por el tipo de productos que diseña, tiene escasa repercusión en el impacto de mano de obra. Ahora, si todo ese conocimiento desarrollado, en vez de aplicarlo a los satélites, lo direccionamos a la producción de material tecnológico que Argentina está importando (teléfonos, computadoras, electrodomésticos, caudalímetros, etc), INVAP podría desarrollar su propia cadena de proveedores locales.

Ellos harían el esfuerzo de producción con dirección y garantía del INVAP, del Estado rionegrino. Esas empresas proveedoras son las que generarían el trabajo que hace falta en la provincia y en parte de la Argentina. La cuenta cierra. La hambruna se terminaría. Las excusas también… Pero en fin… por el momento, la Zona Andina continuará con el Chocolate, el Valle con la manzana, la Región Sur con las ovejas, y la costa atlántica seguirá peinando loros. Nada nuevo en definitiva, pero hay una deuda en dólares que hay que pagar al extranjero, y hay que juntar la guita. Río Negro no tiene la máquina de los pesos, ni mucho menos la de los dólares. Queda trabajar nomás. Y mucho. Agárrense fuerte. Será apasionante, como el periodismo.