Muchas veces nos preguntamos cómo es que un candidato llega al poder, cómo y por qué lo votamos o lo votaron otros. A veces, la respuesta surge de las propias convicciones pero en otras oportunidades requiere pensar otros factores que solemos pasar desapercibidos. Por supuesto, además de lo económico, entre esos recursos están las estrategias de comunicación y marketing político que utilizó para presentarse como un producto coherente y atractivo frente a la demanda social.
Por algo el marketing político es una disciplina en auge que combina los saberes de las ciencias políticas y el campo publicitario, estudiando las campañas de cualquier institución que busque conquistar fines políticos. Tanto para el diseño de las campañas como para la ejecución de acciones tácticas y estratégicas, estos expertos utilizan distintas técnicas de investigación, planificación, gestión y comunicación.
Pero hoy, querido lector, no queremos abarcar un tema tan amplio sino centrarnos en algunos pequeños detalles que, como mencionamos anteriormente, muchas veces pasamos desapercibidos y ayudan a instalar simbólicamente a una persona o grupo político en el imaginario social. Elementos que no solemos analizar pero que inconscientemente van nutriendo en nosotros una idea y opinión. Claro que un análisis profundo de tales elementos requiere de especialistas, pero la invitación y responsabilidad de pensar nuestros propios motivos e ideas, nos corresponde a cada uno de nosotros.
La serie de estrategias para instalar a una figura política se implementan antes, durante y después de la campaña. Están aquellos políticos que en sus funciones (ya sean concejales, intendentes, vicegobernador, gobernador, incluso algún osado legislador), se animan a proyectarse hacia el futuro y aprovechan las ventajas que le brindan las herramientas disponibles y estructuras de poder para beneficio propio, y hay otros que saben distinguir cuál es el límite.
Sorprendentemente, desde esta agencia, le consultamos en una entrevista a Pedro Pesatti, el por qué cuando era vicegobernador no aprovechó toda esa estructura de la Legislatura rionegrina para realizar una instalación masiva de su imagen. La respuesta de entonces y la de ahora fue siempre la misma: no se debía usar el dinero y recursos del Estado para beneficio propio. Respuesta que merece nuestro respeto aunque también hubiera sido interesante que cada rionegrino conociera aún más y supiera quién era su vicegobernador.
Mientras tanto, el entonces gobernador de Río Negro ya había empezado a usar muy bien los recursos del Estado para instalar fuertemente una imagen, color y símbolo en toda la provincia. Claro, al poco tiempo de la desaparición física del gringo Soria (o quizá antes), él ya había tomado la decisión de tener un vuelo e identidad propia. No es que haya encontrado por casualidad las virtudes del marketing. Ya desde el primer día tras la muerte de Soria, Alberto sabía muy bien lo que debía hacer para superar esa instancia y marcar su propio camino: un nuevo color asociado a la esperanza (el verde), un nuevo nombre (el suyo), una frase que indique unidad y presencia continua (“en cada lugar, siempre”) y un estilo tipográfico en su logo que alterne fuentes más estáticas y rígidas en mayúsculas (“RN, GOBIERNO DE RÍO NEGRO”) con las minúsculas dinámicas y redondeadas de su slogan, entre otras cosas.
Ahora bien, la flecha ascendente “En acción” con fondo azul de Carlos Soria, símbolo de triunfo en movimiento, quedó manchada con un dejo de frustración y fracaso. Y así como Alberto cambió su primer slogan para instalar el nombre de su partido, el peronismo deberá aprender a trascender ese pensamiento melancólico (superar la pregunta retórica “qué hubiera sido si…”), para buscar una nueva forma de representar a ese grupo social que espera reinstalarse alguna vez como una opción de gobierno. Sin duda, aquella flechita ya no va más, menos cuando en la ciudad de Roca, Juntos Somos Río Negro ya les pisa los talones para manotear el cetro de la intendencia.
Por otra parte, nos preguntamos qué pasa con la gobernadora. Ya que aún no se animó a tanto. Sólo cambió la fuente de la letra del logo y varió un poco la tonalidad del verde: en la frase “Río Negro” del portal oficial ya no aparecen los trazos rígidos y rectos que enfatizaban el verticalismo masculino, sino que hay bordes redondeados que representan la fluidez de lo femenino. Además, los colores ya no se contraponen en un claroscuro sino que se continúan pasando de una tonalidad verdosa a otra. Sin duda, para los expertos del marketing ese es un detalle a considerar. Pero en la realidad, en cada pueblo donde gobierna Juntos Somos Río Negro, consciente o inconscientemente, sigue instalada la figura de Weretilnek. Y si la gobernadora no busca un gran director de marketing, seguirá fomentando y trabajando para la gestión anterior. Qué problema.
Incluso los intendentes enojados con Alberto que usan sus colores y estilo de letra, más allá del enojo siguen trabajando para él. Pero no todos, por las consecuencias, quieren tomar tanta distancia. Por ejemplo, el Intendente de Bariloche, Gustavo Gennuso, perdió parte de su identidad al poner otros colores en su logo y gestión. Al menos lo hizo y le fue bien. Tal vez ahí estuvo el secreto y quizá, en esta nueva etapa, pueda ayudar a que, en un futuro, junto a su posible socia política partidaria Arabela, se instale una nueva imagen y color que represente el sentir del pueblo. En realidad, esto podría ser una excusa para que la gobernadora cambie su logo y colores sin que Alberto sienta que ella comenzó a transitar su propio camino.
Es más, los colores y símbolos son tan importantes para el pueblo que no es casual lo que sucedió esta semana en la capital rionegrina: un grupo de vecinos interpeló al Intendente de Viedma, planteándole que si bien habla mucho de pertenencia y comunidad, hay que conciliar estos conceptos con las particularidades e historia de cada lugar. “Se quiere hacer creer que el color verde nos dice algo pero al vecino de Viedma, nada expresa ese color, y menos pensando en el pasado de los gobiernos de esta ciudad, donde el radicalismo gobernaba…” Claro que, a diferencia de Bariloche donde se ve claramente una estrategia política, lo sucedido en Viedma es una genuina expresión popular. La cual toma relevancia ya que Pesatti se comprometió a “dejarse atravesar enteramente por las necesidades y sentires de los vecinos de esta ciudad capital”. En fin, sólo con el paso del tiempo veremos quiénes logran proyectarse hacia un futuro prometedor, despegarse del pasado (dejando de trabajar para Weretilnek) y comenzar su propio tiempo.
De esta manera, te presentamos un breve análisis de situaciones que diferentes empresas, consultoras o tal vez algún dirigente osado, hace sobre su gestión. Ya que, a veces, con pocos recursos y mucha inventiva se puede hacer algo bastante parecido a lo que indican los expertos. Claro está que, al final, no vale quejarse si los resultados no son buenos. Por nuestra parte, seguimos insistiendo en que a pesar de que los políticos se preocupen no sólo en “ser sino en parecer”, para llegar a los cargos de poder, la decisión final la tiene el soberano. Es decir, nosotros, los que dejamos nuestras mejores intenciones en las urnas. Y, por eso, es necesario que usemos como estrategia el pensar y sacar nuestras propias conclusiones.