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¿Qué decir, querido lector, que no se haya dicho ya? Pareciera que la pandemia es una calesita, y no importa las vueltas, siempre volvemos a ver los mismos panoramas. Por supuesto, mareados por tantos giros, rogamos al cielo que podamos bajarnos de esta realidad cuanto antes.

¿Qué decirle de nuevo, querido lector, que no se haya mostrado ya en estos meses? Si veíamos por tele los policías soldando las puertas de los edificios en Wuhan para que los vecinos no salieran, los camiones acarreando féretros en Italia, los muertos sin sepultura apilados en las calles de Guayaquil y, pensamos que era una película de ciencia ficción. Pero hoy, en una versión de terror, podemos ver deambular en nuestras propias calles a los muertos vivos que andan sin humanidad ni empatía por su prójimo y en una carrera por demostrar quién rompe más reglas, compiten la estupidez y la avaricia de muchos.

Así es, ya no hay metáfora que alcance para ayudarnos a interpretar lo que vivimos: lo que no queríamos que suceda, hoy nos golpea con crudeza y duele escuchar cómo una asistente de salud neuquina intenta explicarle a una hija que su madre no es candidata a usar un respirador, que eventualmente va a cansarse y dejar de respirar, que si hace un paro cardíaco, no la van a reanimar y que tampoco tienen una cama para ella porque, aunque no lo digan, el sistema de salud está colapsado y la crisis determina a quién se le va a dar un respirador y una cama. Y, aunque nos pese escucharlo, hoy se repite este mismo audio en muchas llamadas que no han sido difundidas. Mientras, sí se publican las palabras del gobernador de Neuquén, Omar Gutierrez, quien aseguró la temporada de pesca con “la firme decisión política de que en la provincia de Neuquén este año haya turismo”. Cayendo de maduro los valores e intereses a los que responde (como dice la Biblia, “quien quiera oir, que oiga”).

¿Qué decirnos a nosotros mismos, que no hayamos analizado ya? Se relata la pandemia desde los fríos números porque la estadística camufla el dolor que conlleva pensar en la fragilidad de la vida de nuestros seres queridos y en nuestra ilusoria sensación de seguridad. Claro, también es más fácil consumir una cifra sin contextualizarla, evadirnos y no pensar nuestras propias acciones y qué responsabilidad nos toca en todo este panorama atravesado por diferentes “pestes” (principalmente, por la falta de compromiso y valores sociales).

No obstante, entendemos que no se puede meter a todos en la misma bolsa, que hay muchos que sí quieren hacer las cosas bien y que la pandemia es un nuevo escenario que desestructura y rompe cualquier lógica. Por eso, el esfuerzo es doble y el aprendizaje es continuo.

Tenemos Intendentes que han estado delante de cada situación procurando lo mejor para su comuna. Por mencionarte algunos, sin miramientos al color político, tenemos a un Ariel Rivero en Campo Grande (quien no teme ser catalogado como “políticamene incorrecto”cuando se trata de decir las cosas como son y hacer lo que se debe hacer), a un comprometido Diego Ramello en Choele Choel (que impulsa con decisiones a una comunidad golpeada por el covid y, recientemente, por la muerte de la Presidenta del Concejo Deliberante de esa ciudad), a un Mariano Lavin en Fernández Oro (primero en donar su sueldo por el bienestar de su ciudad), a un José Zara en Carmen de Patagones (a quien las diferencias interprovinciales y políticas no le fueron obstáculo para trabajar en equipo con el Intendente de Viedma en beneficio de la comarca),  por supuesto, a un Pedro Pesatti en Viedma (que lidera con la firmeza de sus convicciones y valores morales, dando el ejemplo en las determinaciones que deben tomarse para preservar la vida de sus conciudadanos).  Y así podemos seguir mencionando cómo se trabajó sin descanso, cómo y quiénes gestionaron las decisiones más concretas a tiempo. Y aún así, a pesar de estar seguros de cuál sería el camino y la responsabilidad del Estado, lamentablemente hoy analizan números y resultados poco felices.

Es que la pandemia con sus descontroles, raya el sinsentido y, como sostienen algunos, en este contexto, “Murphy es un gran optimista”, en referencia al teórico que quiso enunciar las posibilidades en los escenarios más absurdos. Corolarios cotidianos como “la tostada siempre cae del lado del dulce”, o pesimistas como “nada es nunca tan malo que no pueda empeorar”, “nada es tan fácil como parece”, “todo lleva más tiempo de lo que suponemos”, “cualquier solución entraña nuevos problemas”, “si hay cuatro posibilidades de que una gestión vaya mal y las evitamos, al momento aparecerá espontáneamente una quinta posibilidad” y otras similares, a decir verdad, podrían ejemplificarse perfectamente con lo que viene sucediendo en nuestras ciudades.

A tal punto es el absurdo, que estos postulados son la única explicación razonable a las paradojas obtenidas en la lucha contra el covid. Por ejemplo, mientras en nuestra comarca se trabajó sin descanso, logrando atrasar la llegada del virus por unos meses, al tomar fuertes determinaciones (desde realizar controles y testeos masivos, casa por casa y negocio por negocio, enfrentar con amparos las iniciativas de traslado de presos federales, realizar activas campañas de concientización ciudadana y, como anunció Pesatti en sus redes, realizar un pedido a Nación para disponer de fuerzas de seguridad Federales que ayuden a garantizar el cumplimiento del DNU presidencial), las cifras de casos positivos se fueron incrementando.

No obstante, la principal paradoja que rompe toda lógica en esta lucha, la que ni siquiera el mismo Murphy pudo esbozar comparando las anteriores, es la que vive la localidad de El Bolsón que, según la sensación de sus vecinos está a la buena de Dios en varios aspectos y tiene todas las chances catastróficas de presentar un contagio masivo: por la gente sin barbijo paseando por el centro de la ciudad, por ser un paso obligado con un tránsito constante, por no haber logrado acuerdos con el resto de las localidades que integran la comarca del paralelo 42, por no tener un plan de prevención y concientización ciudadana adecuada, por no controlar debidamente las reuniones clandestinas, ni los accesos a la localidad (la gente entra y sale por caminos alternativos sin reparar en el peligro que implica), por no haber conseguido el permiso de Nación para correr más al norte su retén, ni mantener cerrado su centro de esquí al que accedían personas de diferentes lugares (sin respetar la cuarentena), etc. Y, a pesar de todas estas conductas irresponsables  y peligrosas, afortunadamente sólo tiene escasos covid positivos. Y, aclaremos que no es envidia, sino asombro. Y hasta nos preguntamos si es una cuestión de energía, de fe o suerte. En fin, sea como fuere, lo único que sacamos en claro es que, no hay ningún corolario de Murphy que se aplique en este caso. Y como, ya sea para bien o para mal, nadie puede defenderse de lo arbitrario, esperamos que conserven la racha, y que si la tostada se nos cae, al menos que no sea del lado del dulce.