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Sin lugar a dudas, las manifestaciones del poder en la cultura y sociedad actual generan muchas discusiones y preguntas que abren debates. Según los especialistas sobre esta temática, el poder se refleja no sólo en acciones políticas visibles, sino en diversos mecanismos y dispositivos sociales tan cotidianos que, al naturalizarlos, pasan desapercibidos. De por sí, ser capaz de leer esos indicios e interpretar lo que representan adecuadamente, es una gran ventaja en el juego del poder. Eso sí, hay que recordar que no siempre gana este juego quien sepa ordenar las piezas dando una respuesta acabada sobre los hechos. Todo lo contrario, sino quien pueda abrir la interpretación a nuevas posibilidades, interrogando cada pieza del tablero y sus posibles movimientos.

Por supuesto, los diferentes espacios políticos en Río Negro juegan este juego y se disputan el poder, dentro y fuera de cada Partido. Por un lado, el peronismo que, como dice el dicho popular, son como los gatos: cuando se pelean es señal de que se están reproduciendo. La paradoja es que, a la hora de contarlos, cada vez son menos. Por otra parte, están los de Juntos Somos Río Negro que también se disputan el poder y ahí, paremos de contar. ¿Por qué? Ya lo dijimos. Parafraseando el dicho: vale más una pregunta bien hecha (y en el momento oportuno) que cien respuestas volando.

Por su parte, el radicalismo está esperando su turno mientras sigue digiriendo todo el proceso adverso que viene viviendo desde el 2011 hasta la fecha. Así también, Partido Río observa las jugadas de otros, pasando el tiempo sin pena ni gloria. La diferencia es que ellos saben jugar en el momento que deben hacerlo. Por el contrario, el Frente Grande avanza a paso firme con una líder indiscutida.

Pero claro, querido lector, seguro estarás pensando que hasta aquí hemos abundado en palabras sin dar nombres que ejemplifiquen estos tejes y manejes del poder. Por eso, vamos a ilustrar con más precisión esta editorial: desde el Frente Grande, con contundencia, la intendenta Liliana Alvarado demuestra cómo es llevar adelante una gestión aprobada por el 96 % de la población cincosaltense (ciudad que se ha ubicado entre las ocho más importantes de la provincia por su cantidad de electores), mientras piensa cuál será el rumbo a tomar desde su Partido de cara al futuro.

Por su parte, el peronismo arregló su interna (o al menos eso creen) al reunirse el Consejo del Partido en General Roca llamando a elecciones para el 5 de abril, en sintonía con el Congreso Nacional del PJ. Martín Doñate y Martín Soria acordaron repartirse los porotos: la idea es que María Emilia conduzca el PJ y que Martín Doñate sea el candidato a gobernador en el 2023. Pero ¿cómo se llega a esta conclusión?  Sumando varios indicios, entre ellos, prestando atención a las inocentes declaraciones que hizo el mismo Doñate a la prensa: es muy difícil pero no imposible ganar la gobernación. Idea que festeja de antemano el sorismo, sabiedo que será demasiado difícil ganar las elecciones en el 2023. No obstante, en el 2027, ahí sí le tocaría otro turno de revancha a un Soria intentando llegar a la gobernación. Y, entonces, Carlitos podría ser el Jefe de Campaña de su hermana que iría como candidata a gobernadora (hecho que también festejan de antemando los adversarios políticos al pensar que Carlitos Soria, en ese rol, les garantiza nuevamente una derrota segura para el peronismo). Claro, este silogismo tiene un error: lo que no le sumaron a esta ecuación, es que la senadora Silvina García Larraburu también tiene la trayectoria y el acompañamiento para disputar cualquiera de estos espacios de poder. Y, además, hay una gran cantidad de peronistas en la provincia dispuestos a dar la pelea, y llegar a quedarse con la presidencia del Partido. Ahí mismo, muy cerquita de Roca, antes de llegar a Regina, alguien más está dispuesto a competir por la presidencia del PJ.

Por otra parte, los de Juntos Somos Río Negro se disputan el poder estructural y observan cómo cada uno juega su ficha para ser el conductor real de esa fuerza política. Quizá, en este momento,  el más llamativo de ellos es el que no hace alarde de su gestión. Ya que sólo se dedica a trabajar y cumplir con el discurso que dio al asumir. Nos referimos al Intendente de Viedma. Su juego es interesante en medio de tanta especulación política: él confía, cree en la gente de palabra y así sigue construyendo su rol desde un lugar y visión muy particular. A tal punto que, mientras el  Intendente de El Bolsón hizo alharaca por las 50 mil personas que fueron a ver la Fiesta del Lúpulo, Pedro Pesatti no salió a presumir las casi 70 mil personas reunidas en una sola noche en la Fiesta Provincial del Río, el mayor éxito en la historia de esta fiesta popular.

Claro, todo es parte del juego y, a veces, es necesario cambiar las fichas. Y, si el próximo año estas fiestas se hacen en simultáneo, se van a dividir las aguas. Entonces, la gobernadora estará donde haya más cantidad de gente, y ahí, nuevamente, se disputarán el poder. Pero como es mejor prevenir que curar, alguien deberá ceder para que no se produzca la siguiente disyuntiva estratégica: ¿dónde conviene estar?¿en la fiesta con más historia y visitantes que no votan en suelo rionegrino o en la nueva fiesta con más votantes locales?

Como verán, queridos lectores, lo que anticipamos al principio se cumple en todos los órdenes y, muchas veces no gana el que sepa ordenar las fichas en el tablero sino el que pueda anticipar e interrogar las jugadas que se van dando.