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Y aquí estamos, querido lector, Ud. y nosotros en este 2021. Y no es poca cosa: aún somos muchos los que todavía seguimos en carrera (eso, sí: corriendo detrás de la liebre, pero corriendo al fin). Y, a pesar de que el 2020 nos hizo acumular más dudas, más canas, más peso (y menos pesos), la actitud se mantiene firme: le seguimos poniendo el pecho a las balas. Sabiendo que el mayor desafío, siempre fue mantenernos en “estado Zen” a pesar del caos.

Es que afrontamos tantas crisis que nos saludaron con un fuerte apretón de cinto, que ya vivimos en un ESTADO EN CRISIS con mayúsculas. Y ni la medicina tradicional que anda como loca ensayando vacunas alcanzan a generarnos la esperanza suficiente para ver un nuevo horizonte.

Ya no alcanza y es hora de buscar una terapia alternativa o quizá complementaria que nos permita entender  y pensar “por qué aparece tanto obstáculo en el camino cuando veníamos bien y ‘pisteando’ como campeones”.

Ya ven cómo el peronismo rionegrino necesita hacer un revisionismo urgente y biodecodificar ciertos patrones que se repiten desde sus ancestros. “Cosa é mandinga”, dirán algunos, pero los parecidos se vienen repitiendo y hasta que no se corten con los ‘dobles’, con ciertos vicios, cargas y lealtades al clan, seguirán saboteando su propio avance. 

Es así que, cuando se pensaba que Doñate seguro y con paso firme, se probaría el traje de candidato a gobernador, contando con que el sorismo devaluado, con apenas un poquito de poder territorial (pero sin poder de fuego), tiraba las últimas cartas para ver si al menos lo tenían en cuenta en la discusión del diputado nacional, algo pasó.

Sí, la cosa cambió, y aunque el universo lo anticipó en su momento (con la presencia de Massa en La Fiesta de la Manzana, la declaración de Soria de no ser kirchnerista y el acercamiento de Alberto Fernandez a Massa), entre 40 millones de argentinos, nunca hubiéramos pensado que lo eligieran a Martín Soria para ocupar la cartera de Justicia. Y con ello, ahora se avizoran enfrentamientos entre los distintos sectores peronistas y aclaremos algo: cuando se pelean, no siempre se están reproduciendo, como dice el dicho, a veces, también se van pa’ otro lado.

Ya se huele la discordia en los pasillos de los partidos provinciales: desde un tímido “me gusta Soria, es más confrontativo” pasando por un tajante “el perfil de Doñate nos dejaba muy mal parados, esto de exponernos y dejarnos mirando mientras todo lo trabaja con los intendentes de Juntos, que son la mayoría”, hasta el grito de “está haciendo el mismo camino que Pichetto y Costanzo, osea, nunca va a llegar”, son comentarios que sublevan los ánimos y ameritan unas gotas de Óleo 31.

También nos preguntamos, ¿se acordará Soria que después de su frustrante derrota sólo le había quedado un grupito de tres a cinco legisladores y su antigua mano derecha, la actual Presidenta del Bloque de los Legisladores, Maru Martini, lo abandonó para irse con su viejo amigo, el senador Doñate y rendirle lealtad?¿Decidirá Soria quiénes son hijos y quiénes entenados? Quizá, para avanzar como aconseja Goncalvez, deba limpiar y reprogramar sus memorias celulares.

Pero, si por cada Yin hay un Yan, entonces Soria al volver a tomar contacto con los verdaderos hacedores del poder (en reuniones permanentes con la alta cúpula y el teléfono abierto 24/7 para el Presidente), despertará también a sus detractores. Ya que en política, no sólo se intenta cuidar la quinta propia sino desequilibrar el chakra ajeno. Y por eso, algunos sostienen que, con su gran amigo, aliado y asesor Nicolás Rochás, habían armado lo del bloque nuevo de legisladores como una forma de frenar, hasta ese momento, la alianza Martini-Doñate. Sólo el tiempo y el andar dirán si esto es verdad o no.

¡Pero qué historia la del peronismo rionegrino! Algo que debería ser muy bueno, ya vislumbra tremendos problemas internos. Aunque no todo está perdido. Ya que tanto Doñate como Soria, deberán salir a juntar su propia tropa pensando en el futuro. Y, a estas alturas, no alcanzará sólo con lucir las medallas que cuelgan en sus trajes. Y, es ahí donde cada compañero peronista, de cada pueblo, volverá a tomar conciencia de su valor político y resurgirá la pasión de la militancia. Entonces, tendrán una nueva  oportunidad para aprender que de cada dificultad, de cada debilidad se puede construir y modificar el futuro, claro, para eso hay que tener vocación de poder, dejar de alimentar broncas personales, dejar de cuidar la quintita de los amiguitos y quizá hacer alguna que otra sesión de constelaciones familiares.